Dios dirige nuestra vida, nuestra historia personal. Siempre está pendiente de todos y cada uno de nosotros, pero se desvela como una madre con inmenso cariño cuando sufrimos o nos encontramos en siuación crítica.
Continuamente - y por todos los medios- Dios nos pide que seamos hombres y mujeres de esperanza, dejando en sus manos maternales lo que nosotros no podemos, pero haciendo nosotros lo que está a nuestro alcance. La esperanza verdadera es esperanza activa: confiando total y decididamente en Dios, pero haciendo nosotros todo lo que podemos.
Todos hemos de estar convencidos de que Dios es, tambien madre y nunca jamás se olvida ni se desentiende de nosotros que somos sus hijos muy queridos.
Nustra esperanza ha se ser gozosa. Nuestra confianza en Dios nos ha de hacer fuertes y animosos, ya que Dios está a nuestro favor y quiere mas nuestro bien -temporal y eterno-mas que nosotros.
OREMOS CON LA IGLESIA - MARZO 2012, Pg.133
PUBLICACIONES SAN PABLO - VENEZUELA